ad-content'/> MENSAJES A GUSTAVO ARGENTINA ¡CONVIERTANSE Y REGRESEN!
A ESPERANZA DE MARÍA
Octava Parte
Buenos Aires, 8 de julio de 2020.

Mis hijos más preciados, las perlas más caras que adornan el Reino de Mi Padre, hoy, nuevamente retomamos las enseñanzas. Continuaremos con la Virtud de la Esperanza y los recaudos que debéis tener para no caer en los EXCESOS O FALTA de ella. Están transitando el camino del pleno cumplimiento del Fin de los Tiempos y en el caminar hacia la resurreción en un hombre nuevo nacido del Divino Querer, encontraréis grandes luchas que debéis vencer. Siendo necesario estar bien preparados para no dejar la más mínima oportunidad al demonio, y así, poder salir victoriosos de la contienda.
Permaneced atentos en la clase, sed alumnos despiertos con todos los sentidos bien dispuestos para asimilar todo lo que procede de vuestro Señor. Tened siempre presentes que muchos desearían tener estos escritos, no desaprovechen esta oportunidad. Sin derrochar el tiempo comencemos con el desarrollo de la clase.
Para que esta virtud sea beneficiosa para ustedes debe estar en un punto de equilibrio, si salís fuera del mismo caeréis en los vicios.  ¿Pero cómo puede ser esto? Os preguntáis, entonces, ¿es malo tener esperanza?, no entiendo. Preguntas que tienen respuestas, amados míos.
El EXCESO DE CONFIANZA sucede cuando se abusa de ella al no ser puesta primero en Dios y os daré el ejemplo del daño que os causa: como soy un Dios bueno y misericordioso creéis que ya estáis salvados, que yo os santificaré y suministraré todo sin que vosotros hagáis esfuerzo alguno, sin trabajar y sin poner de vuestra parte para la santificación unida a la gracia divina. Ah! Cuantas almas vienen a mí portando tales caracteres, cuantas veces han venido a la Santa Misa por un simple compromiso, por el solo hecho de pensar y decir que sois católicos creéis que os da el derecho de no realizar ningún esfuerzo. El ABUSO DE CONFIANZA SE TRANSFORMA  EN EL PECADO DE TENTAR A VUESTRO DIOS. Corred el riesgo que el demonio os tiente de haceros pretender que podéis actuar de esa manera y apoyándoos en vuestra confianza, sin miedo a caer. Cuantas veces escucho en vuestras charlas decir “Dios todo lo provee, vos quedaros tranquilo, no gastéis demasiada energía”, es cierto, Yo todo lo proveo pero veo con mucho pesar como quedáis quietos, como holgazanes, esperando que todo sea dado sin mover un dedo.  El demonio, cuando se atrevió a tentarme, le dije: NO TENTARÉIS A TU DIOS Y SEÑOR. De igual forma os digo a ustedes para que no desvíes el rumbo hacia donde dirigís (San Mateo 4, 7).
San Pedro juró en seguirme, confiaba demasiado en sus propias fuerzas, en su propia humanidad. El hecho de creer que se bastaba él solo y al apoyarse en sí mismo como columna robusta e indestructible, fue su derrota, vio como esa columna que parecía tan fuerte se desintegraba en un instante al negarme tres veces (San Mateo 26. 69-75). El que se sienta seguro y en pie tenga cuidado de no caer. Que todas vuestras miserias y debilidades sean indicadores de no creeros bien seguros de sí mismos. Más bien esforzaros y trabajad en la obra de vuestra salvación, haceros con tenacidad y confianza de que todo vuestro esfuerzo está dirigido solo a Dios.
Afianzad la virtud de la Esperanza y asentadla en la santa desconfianza en la voluntad humana. Solo podréis afirmarla en conoceros a vosotros mismos, débiles y frágiles cuando confiad en vuestra propia humanidad, pero sois fuertes cuando ponéis esa confianza solo en Dios, llenando los vacíos con la Voluntad Dios, vacíos dejados por la fragilidad del hombre. Cuando confiad en vosotros mismos, en el primer oleaje del mar, la barca se sacude y el miedo os invade, comienza la desesperación, el cansancio, el tedio y el desaliento que se opone al accionar  y el trabajo de santidad que estabais realizando queda paralizado (San Mateo 8, 23-27). Mirad vuestras miserias pero mirad, también, a Dios en quien encontrareis una confianza segura y una dulce esperanza similar a quien construye su casa sobre la roca (San Mateo 7, 24-27). Contemplad a San Pablo que sabiendo que no era nada pero cuando me miraba todo lo podía porque en mi se confortaba (Filipenses 4, 13).
Se aproximan días de dolores mayores a los actuales, en especial para mi Iglesia, pero si confiad en mí, la angustia, la persecución y el hambre no podrán separaros de mí. ¿Quién podrá entonces?. ¿Satanás con todas sus huestes?. Si vuestra esperanza está puesta en el cumplimiento de mis promesas, entonces, tened por seguro que ya está derrotado. Si Yo estoy con ustedes  quién podrá en su contra.
Por lo tanto, observad a mi Madre, siempre tan humilde y modesta, que siendo lo que es, intenta ocultarlo todo, no abusa de ninguna de las gracias, obra y sirve a Dios como la más diminuta e indigna de sus siervas, sin rehusar ningún oficio, ni trabajo, no se fía de sí misma sino se apoya solo en Dios. Cuán grande era la confianza de María en su Señor, tan íntima que quiso mantener oculta su concepción a su prima Santa Isabel pero mi Padre  se lo revela (San Lucas 1, 39-56). También, quiso mantenerlo oculto mi Padre Adoptivo San José, pero mi Padre Celestial, envió un Ángel para develar el origen de su maternidad (San Mateo 1, 18-24). Tan grande era la confianza de Mi amada Madre en Dios, sin desbordes, exageraciones, sin llamados de atención, que en las Bodas de Caná, de manera sencilla,  natural y a la vez dulce pero segura, envía a los criados que me obedezcan. A pesar de mis palabras no se desalienta o disminuye, se mantiene tranquila e indudable de que no quedará defraudada, que todo lo que pida le será concedido (San Juan 2, 1-2).
En conclusión, pedid a Mi Madre que os enseñe a entender la virtud de la Esperanza para que no abuséis de ella, tentando o abusando de vuestro Señor, ni tampoco desconfiéis de Mí y de las gracias que dispenso para cada uno de ustedes, más bien desconfiad de sí mismo para que podáis apoyaros siempre en Ella, en definitiva, estaréis apoyando en mí. Confiad en vuestro Señor y Señora que nos os dejaremos solos en la lucha, sino que pelearemos a vuestro lado y os ayudaremos con el ejemplo y la gracia. Siempre os daremos la victoria segura sobre las tinieblas y la corona de los vencedores (2 Timoteo 4, 8). Yo no soy un Dios de falsas promesa, Soy el que Soy de promesas ciertas e infalibles, cumplo todo lo que digo, cada una de mis palabras. Y para finalizar esta clase recordad siempre las palabras del Salmo:
“En Ti, Señor, he esperado, pero no seré jamás confundido…” (Salmo 31).
Meditad cada palabra y tened la certeza de todo lo que os dicto es para vuestra santidad. Asimilad lo aprendido porque a diario debéis poneros en práctica y más en los días decisivos para el mundo. Continuaremos en la próxima clase profundizando esta virtud en Mi Madre, María, fundamento y resumen de toda esperanza.
Ahora inclinad vuestras cabezas que os daré mí bendición: Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.